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Tus silencios, harán ganar tus disertaciones

En algún que otro post, hemos hablado de la importancia de los silencios en la oratoria, y está claro, que cuando estás delante de un micrófono, en un estrado, la audiencia espera que digas algo, y algo tendrás que decir, aunque esto lo hagas a través de tu silencio. Pero aún más importante es, cuando estás en una reunión o un debate, porque la oratoria no es una habilidad únicamente para los escenarios.

En este sentido, me encanta cómo lo expresó la dramaturga y guionista de cine estadounidense, Lilian Hellman, cuando dijo: “Me gusta la gente que se niega a hablar hasta que está preparada para hablar”.

Es normal y habitual nuestro deseo de destacar, de ser escuchados en un debate o reunión, pero precisamente la mejor forma de lograrlo, no es hablando más, ni hablando el primero, sino imitando el comportamiento de lo que haría un ave de presa, en pleno momento de caza, la mejor estrategia es quedarte agazapado en tu atalaya, perdón, en tu asiento, escuchando todos los argumentos, viendo en qué estás de acuerdo y en qué no, como sintonizas con unos puntos de vista y no tanto con otros, hasta que consideres que puedes y “debes” aportar un valor adicional a lo ya dicho, entonces será más fácil que seas escuchado, y valorada tu opinión, sin olvidar que al ser de los últimos en participar, lo que digas será más fácilmente recordado.

Recuerda que como en muchos otros aspectos profesionales, hay estrategias buenas y hay malas, pero siempre hay una estrategia. O dicho de otro modo, esas personas que parece que siempre tienen éxito, tienen una estrategia que les funciona. Todo comportamiento es el efecto de una estructura de pensamientos y acciones que dan lugar a los resultados obtenidos. Si observas a los grandes tertulianos (me refiero a los grandes de verdad), verás rápidamente que la estructura que subyace debajo de sus fantásticos resultados, es exactamente como te he descrito más arriba. Por supuesto, siempre adaptado a las circunstancias y personas con las que estás debatiendo.

No se trata de hablar por hablar, gastar energía propia, y agotar al otro, sino de optimizar cada palabra, cada expresión, como si fuera un francotirador del lenguaje, valorando cada palabra disparada.

Piensa siempre en la optimización de la energía y la capacidad de atención de quién tienes enfrente, si quieres que tu mensaje penetre más profundamente, sé claro, conciso y breve.

No olvides practicar, la destreza se logra práctica tras práctica. Y un buen entorno de seguridad para hacerlo, es en familia o entre amigos, es un buen comienzo.

¿Cuál es habitualmente tu comportamiento en las reuniones y en los debates? Me encantaría conocer tu opinión al respecto, puedes escribir tus reflexiones más abajo en los comentarios. Y si este contenido te ha parecido útil, compártelo en tus redes sociales, de esta forma y juntos, podemos ayudar a otras personas a mejorar su oratoria, y todos ganaremos con ello, ¿verdad?