En la mayor parte de las ocasiones, parece que por el mero hecho de tener un micrófono, tenemos que decir algo, y no necesariamente es así, el irlandés Richard Whately, nos lo dejo muy claro cuando dijo: “Nunca prediques porque tienes que decir algo, sino porque tienes algo que decir”.
No sucede absolutamente nada, ni nadie te va a juzgar, porque digas lo que tienes que decir y después reconozcas que no tienes más que aportar, si así es el caso. Dicen que lo bueno, si breve dos veces bueno, no hay necesidad de seguir hablando y tal vez incluso emborronar un mensaje que podría haber quedado claro y conciso.
Recuerda que un estrado, un escenario, un micrófono, etc. son herramientas a tu disposición, no eres tú quien está a su disposición. Por lo que el uso eficiente de ellas, depende enteramente de ti.
Muchas veces seguimos hablando más allá de lo necesario, con el ánimo de parecer más amable, más cercano, y realmente es un robo del preciado tiempo de la audiencia, y si el mensaje inicial estaba suficientemente claro, es además una falta de reconocimiento a su inteligencia. Ya está dicho, no le des más vueltas.
En oratoria, las palabras son monedas, invierte las mínimas para obtener el máximo impacto
Yo tampoco lo voy a hacer, esto es lo que quería decirte y dicho ha quedado.
¿Por qué crees que muchas veces, nos extendemos más de lo necesario en explicaciones y justificaciones? ¿por qué crees que hay ocasiones en las que hablamos porque hay que decir algo, en lugar de hacerlo porque tenemos algo que decir? me encantaría conocer tus pensamientos al respecto, puedes escribirlos más abajo en los comentarios, así entre todos podremos reflexionar con mayor profundidad y aprender más. Y si te ha aportado este contenido, te invito a que lo compartas en tus redes sociales, juntos podemos ayudar a muchas más personas a que mejoren su oratoria y no hablen solo por hablar, sino porque tienen algo importante que decir.