El político y estadista Winston Churchill lo sabía bien: «el éxito no es el final, el fracaso no es fatal, el coraje de continuar es lo que cuenta». No se me ocurre nada mejor, para definir qué hay que hacer para alcanzar el máximo rendimiento, y especialmente en el mundo empresarial, aunque en verdad, es aplicable a cualquier industria o área de la vida profesional e incluso la personal.
El éxito no es el final. Vamos avanzando en busca de alcanzar un éxito, un logro, y una vez conseguido, podríamos llegar a pensar que ese es el final, que ya hemos cumplido, y entretenernos disfrutando de nuestra merecida satisfacción. Pero no debe ser así, por supuesto que hay que pararse a celebrar, por supuesto que tenemos que pararnos a tomar conciencia de todo lo vivido hasta llegar ahí, de reposar para tomar conciencia de las lecciones aprendidas, y de sentirnos orgullosos de haber logrado tal hazaña. Pero una vez realizado esto, debemos ponernos una meta aún mayor, aún más retadora e interesante, y volver al barro, a la trinchera a luchar por ella.
El fracaso no es fatal. Aunque esto lo olvidamos con muchísima facilidad, fallar es tan parte del camino al éxito, como lo es la yema y la clara del huevo, es inseparable, solo está por determinar la cantidad de baches que nos encontraremos en el camino, pero no podemos perder la perspectiva, de que son sólo eso, baches. Tenemos que tener la capacidad de levantarnos nuevamente, sin importar el número de veces que nos hayamos caído, lo que cuenta es volver a ponerse en pie. Y de cómo interpretemos, vivamos y aprovechemos cada tropiezo, dependerá nuestra capacidad de lograr el éxito futuro. La victoria tiene más de persistencia, que de cualquier otra cosa. He visto más personas lograr el éxito gracias a su constancia e insistencia en intentarlo una y otra vez, que por su propio talento o recursos. Yo mismo puedo cuento con logros que han tenido lugar, gracias a no tirar la toalla cuando lo “sensato» parecía hacerlo. No podemos olvidar que para aprender a andar cualquier niño, tú y yo incluidos, hemos necesitado no abandonar, e intentarlo una y otra vez, centenares de veces. Y gracias a que no vimos nuestros repetitivos fracasos como algo fatal, logramos tal majestuosa hazaña.
No damos suficiente importancia a trabajar y entrenar nuestra mentalidad, a darle forma, a moldearla para que se convierta en la pieza fundamental, del motor que hará que logremos resultados increíbles. Los deportistas de élite ya lo hacen, los grandes empresarios también, y sin embargo muchos emprendedores, ponen su atención en lo técnico y se olvidan de la importancia de eso que lo dirige todo, que lo orquesta todo, su mente.
¿De qué te sirve saberlo todo sobre marketing o tecnología, si no sabes cómo gestionar adecuadamente el fracaso ni el éxito, tuyo o de tu equipo?
A través de trabajar tu mentalidad, podrás perfeccionar y mejorar la forma en la que diriges y lideras no solo tu empresa, sino también tu vida. Porque tu mente y cómo esta funcione, tiene total implicación en cómo te sentirás en cada uno de los acontecimientos que vivas, sean los que sean.
Te invito a que conviertas en un mantra está frase de Winston Churchill, y la repitas diariamente hasta que forme parte de tu ADN:
El éxito no es el final, el fracaso no es fatal, el coraje de continuar es lo que cuenta.
Porque de ello podría depender tu próximo éxito.
¿Qué opinas de este tipo de pensamiento, como facilitador del éxito? ¿por qué crees que nos es tan difícil, aplicarlo en ocasiones? Me encantaría que compartieras tus puntos de vista más abajo en los comentarios, de esta forma entre todos, podemos aprender mucho más. Y si te ha aportado e inspirado este contenido, te invito a que lo compartas en tus redes sociales, juntos podemos inspirar a muchas más personas a que sigan avanzando hacia sus sueños.