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Bendita crisis

Hay momentos en la vida en que todo se te tuerce, momentos en que tienes si no todas, muchas de las facetas que rodean tu vida (profesional / personal) patas arriba, o al menos así es como lo percibes y eso es lo que cuenta.

En esos momentos sueles derrumbarte y pensar que ya no puedes más, que es mucha carga, mucha responsabilidad y que porque no podrían ser las cosas de esta o aquella otra manera. Pero la verdad es que las cosas son como son y en mi entendimiento si la vida nos lo ha puesto así es porque podemos con ello, y porque además tenemos todo un aprendizaje que obtener de esas experiencias. Esto no significa que sea fácil, ni mucho menos, pero nos puede dar una nueva perspectiva con la que poder enfrentar esas situaciones.

Ahora bien, y cuando ya más o menos las hemos enfrentado he ido resolviendo (aquellas de las que tenemos control) o aceptado (aquellas de las que no tenemos control), ¿qué ocurre?.

En esos momentos puede convenir que nos tomemos un tiempo para tomar conciencia de lo ocurrido, una toma de conciencia que cuando estábamos con el barro hasta el cuello no éramos capaces de obtener. Porque tras una situación de fuerte crisis (podríamos llamar así a la situación antes descrita) tenemos la oportunidad de reinventarnos, renacer o rehacernos nuevamente, como te guste más denominarlo. Es un periodo de muda de piel como ocurre en algunos animales, hemos de dejar la piel que nos sirvió en su momento y vestirnos con la nueva piel de quienes somos ahora y somos otra persona ya que la experiencia vivida queramos o no, nos ha cambiado.

Pensaras que todo esto está muy bien, pero ¿cómo se hace algo así?

Pueden haber otros modos, pero uno es enfrentándote a ti mismo.

Lo que hizo que lo percibieras como una situación de crisis, una situación insoportable, difícil, no fue ni más ni menos que lo que sientes en tu interior, tus miedos, tus experiencias anteriores, etc. en este sentido el pararte en silencio a estar contigo, a reconocer cuáles son esos miedos, a aceptarlos dentro de ti, a darte cuenta cómo has superado estas situaciones y de donde sacaste la fuerza que necesitabas, te dará una nueva visión de quien eras y en quien te has convertido gracias a esta nueva vivencia. La mayor de las batallas de un guerrero tiene lugar en su interior, cuanto más es capaz de conocerse y controlarse más preparado estará para liderar a otros, primero ha de liderarse a sí mismo. Y nuestros mayores enemigos son nuestros miedos, aprendamos a manejarlos y habremos ganado años de sufrimiento innecesario. Porque al fin de cuentas, la vida está llena de situaciones de crisis, y estas en si no son malas si las utilizamos para aprender y catapultarnos mucho más allá de donde ahora estamos.

La actitud con la que enfrentamos estas situaciones cambiará nuestra vida para siempre.