Es en este sentido, que es importantísimo parar, conectarse con uno mismo, con nuestra propia naturaleza y con la naturaleza de nuestro entorno. Para ello es fantástico el mar o la montaña, un rincón tranquilo donde nuestra vista pueda perderse en el horizonte, donde veamos nuestra pequeñez y nuestra grandeza. Y allí, nos quedemos quietos, solo mirando, sin buscar. Es una cuestión de tiempo que la conexión se produzca y entonces nos vendrán respuestas, sueños, visiones.
Tal vez sea bueno dar un pequeño paseo, lento, manteniendo la conexión con nosotros mientras sentimos y pensamos sobre esa visión, y tras esto es MUY RECOMENDABLE el apuntar en papel todo lo que tenemos en la cabeza, de forma rápida, con las palabras que nos vienen, sin importar su coherencia, saquemos lo que ahí arriba tenemos, ya le daremos forma.
Y el paso siguiente, es nuestra misión en esa visión ¿cómo yo voy a contribuir a que esa visión se cumpla? ¿qué voy a hacer? ¿qué voy a aportar?
Las visiones más potentes suelen ser aquellas en las que hacemos algo que cambia o transforma la humanidad, que va más allá de nosotros.
Y aquí te dejo el poema de Mario Benedetti que inspiró este post, con mi deseo de que te inspire tu mejor visión.
Mirar el mar
Cuando contemplo el mar desde mi arena
y llegan olas con el infinito
no tengo más remedio que quedarme perplejohablo conmigo mismo y con las cosas
me siento mínimo / insignificante
recurro a mi energía y no la encuentro
la habré dejado en casaen el mar caben todos los enigmas
cuando el viento lo peina
es una maravilla
los pájaros se acercan y lo besan
porque saben que el mar es universomirarlo es a veces suficiente por eso lo contemplo hasta el cansancio
piélago a piélago y acantiladosaquí está el mar / allá está el mar
la historia universal nos lo regala
y yo me ahogo sólo de mirarloMario Benedetti
Imagen: dylanindustries